¿Cuánto
cambió en Urdinarrain la vida de sus habitantes aquel 24 de Marzo del ’76?
Resulta complejo evaluarlo más de tres décadas después. Muchos de los
entrevistados dicen no recordar, como si un mecanismo, perverso o benévolo,
hubiese eliminado ciertos archivos y entonces esta parte de la historia aparece
vacía.
No
fue fácil investigar, ni analizar, ni escribir esto. Pero sentimos estar en
deuda con la sociedad y entonces acá va este esbozo de los acontecimientos, a
cuenta de la historia inconclusa de nuestro Urdinarrain.
La
tarde del 24 de Marzo una comisión militar llegó hasta el municipio y se reunió
con el intendente. Allí le explicaron que ellos tenían buenas referencias de su
persona, que sabían que era un buen administrador, por lo cual le manifestaron
que su deseo era que continuara en el cargo. El doctor Armando Zeroli aceptó,
convirtiéndose en el primer intendente del Proceso de Reorganización Nacional.
Sus
antiguos empleados recuerdan que no hubo cambios en el gobierno municipal y que
el intendente tuvo una buena relación con el gobierno militar. E incluso su
secretario, Rubén Ronconi cree que si Zeroli no hubiera tenido que renunciar,
hubiese continuado su gestión sin problemas. No quiere referirse al motivo de
la renuncia, como tampoco lo quieren hacer los demás entrevistados.
¿Por
qué renunció Zeroli? Todas las versiones que recibimos, sin micrófonos, cuentan
algo que entonces fue vox pópuli: habían detectado ciertas irregularidades en
el IOSPER, que consistían en la firma de órdenes para medicamentos y que luego
se usaban para cosméticos y perfumerías. Y aunque entonces era una práctica
habitual, le habrían dicho que renunciara ante la posibilidad de verse
sumariado. Y entonces dimitió. Como anécdota cabe recordar que cuando se
escribió “Identidad” hubo cierta presión para omitir este período.
Y
así continuó la vida del pueblo, hasta que tres meses después y luego de varias
candidaturas propuestas a los militares, fue designado intendente por segunda
vez por un gobierno de facto Roque Pesce.
Sus
hijos han sido constantes en reclamar que no se reconoce a don Roque haber sido
quien le cambió la cara a este pueblo, algo en que todos sus ex colaboradores
coinciden. “Pesce puso orden, modernizó la administración, impulsó el asfaltado
de calles, la construcción de veredas y amplió la planta del personal, entre
otras tantas cosas”, aunque también se ponen de acuerdo para afirmar que para
el segundo mandato no puso el mismo empeño y delegó en el secretario Ronconi el
manejo de la administración. Este intendente se caracterizó por la puntualidad,
por el orden, por cumplir con todas las directivas que le llegaban, aunque no
siempre actuó de la misma forma. Así por ejemplo cuando los militares le
pidieron colaboración para rastrear a un posible refugio de la guerrilla en un
campo de la zona se ocupó personalmente de buscar información, pero cuando supo
que otros investigados eran un grupo de docentes, le confesó a alguien que él
mismo había persuadido a los represores de la intrascendencia de la reunión que
habían celebrado en la Biblioteca Popular. A los sospechados todavía les
intriga saber quién fue el que informó de esta reunión y como sabían exactamente
que había dicho cada uno.
Nuestro
pueblo no fue ajeno a los informes de posibles actividades subversivas y hubo
algunos allanamientos, durante la noche y en pleno centro, pero ninguno tuvo la
espectacularidad del que realizaron en el Boulevard Rivadavia, a la siesta, que
incluyó manzanas rodeadas, una caminata de los aguerridos militares por los
techos y la toma de una vivienda cercana donde tenían un transmisor de radio
aficionado, todo para asustar a un matrimonio mayor y provocar un inolvidable
desorden en su hogar.
Muchos
recuerdan la figura del comisario durante parte de la dictadura, Juan Carlos
Mondragón, el cual pese a mostrar su veta artística en cada asado donde lo
invitaban, supo cumplir con las premisas impuestas por la dictadura y nunca
asistió a los lugares donde sabía que existía juego clandestino. Tal vez la
acción del comisario cantor que más perdure en la memoria del pueblo fue cuando
durante un carnaval hizo detener a la “Vaca del corso” por haberle faltado el
respeto a una señora y los pobres infelices tuvieron que pagar su falta durante
tres días, cortando pasto con el traje puesto.
Cuando
en Abril del 83′ a don Roque le llegó el momento de jubilarse ya no había
tantos candidatos para sucederlo y así el elegido por los militares fue Eduardo
Ronconi, quien gobernó hasta diciembre y le entregó el mando a Altinier. Don
Héctor tuvo la presión de decidir quien ocuparía el cargo de Secretario, y es
así que fue desplazado Rubén Ronconi, quien confiesa haberse sentido perseguido
por algunos concejales y se ríe cuando recuerda que lo acusaban de haber
comprado 700 hectáreas con la plata del pueblo. Si bien dice no tener nada que
ocultar, no comprende por qué se tiraron tantas fotos y se abandonaron obras que
estaban bien encaminadas.
A
nosotros nos sorprenden los nombres que se barajaron para el cargo de
intendente, la larga lista de quienes colaboraron con el gobierno de facto,
muchos de los cuales después se volcaron a trabajar en los partidos políticos,
como si nada hubiera pasado. Pero pasaron cosas y es bueno recordarlas, porque
un pueblo sin memoria no puede construir su verdadera identidad.
El
“algo habrán hecho” o “por algo se los llevaron” también tuvo sus actores
locales, con ciertos nombres que no están claros si fueron víctimas o
victimarios. Hubo sí, dos historias de dos hijos de Urdinarrain, que accedieron
a que contemos una parte de lo vivido en aquellos años:
Alicia
Ferrer vivía en Paraná, era estudiante de Trabajo Social, trabajaba en el
hospital San Martín, además de militar en la JP y en el gremio de la salud
ATSA. Cuando fue secuestrada, en 1977 estaba casada con Carlos y embarazada de
meses. La encapucharon y la trasladaron en el baúl de un auto hasta los
cuarteles del ejército y luego a la unidad penal de Paraná. Allí fue sometida a
todo tipo de torturas psicológicas y al mes de estar detenida perdió su
embarazo. A pesar del paso de los años y de estar disfrutando de la vida y la
compañía de sus hijos, se emociona al recordar la lucha y el sacrificio de sus
padres para viajar a verla, y sobre todo las vejaciones sufridas por su madre
durante las requisas. También rememora el momento en que estuvo internada y los
castigos que sufrieron sus compañeros del hospital cuando se corrió la versión
de que éstos estaban organizando su liberación.
Alicia,
luego de la parodia de juicio que era el Consejo de Guerra fue trasladada a
Devoto y allí permaneció detenida hasta su liberación en 1983. Su relato no
denota odio y se ríe cuando nos cuenta de todo lo que la acusaron, de cómo
necesitaban mostrar culpables ante la sociedad. Sin embargo, a pesar de todo no
lograron quebrarla y sigue trabajando, con las mismas ganas de cambiar el
mundo.
Néstor
Praderio era médico y se desempeñaba en el Policlínico San Martín de la Plata,
donde fue secuestrado. Mabel, su esposa que estaba embarazada y el resto de su
familia, no supieron nada de él, hasta que llegó la llamada salvadora: un
hombre que dijo haber compartido el calabozo con Néstor los citó en Luján para
el domingo siguiente. El temor y la incertidumbre invadió a su familia de
Urdinarrain, pero sus padres, su esposa y su cuñado viajaron al encuentro,
arribando a la basílica en medio de una lluvia que le daba un aspecto más
tenebroso a la cita.
El
desconocido cumplió y se acercó al Valiant, les dijo que Néstor estaba detenido
en la comisaría de Lanús, que fueran a preguntar por él y que le llevaran
cigarrillos Particulares verdes si su mujer había dado a luz a un varón o rojos
si era mujer, porque esto sería una señal para que él supiera que su familia
estaba al tanto de su paradero. Así lo hicieron y esto fue el comienzo de una
larga lucha de sus familiares, hasta que lograron su liberación. Y entonces
partió con su mujer y su hija a Estados Unidos.
Si
bien volvió a Urdinarrain varias veces e incluso pudo saludar y agradecer a
quien le salvó la vida (la casualidad hizo que aquél hombre viviera un tiempo
en nuestra ciudad), Néstor se radicó en USA, donde continuó sus estudios en la
Universidad de Yale especializándose en psiquiatría y neurología, se desempeñó
además como profesor universitario. A través de un mail nos dice que su esposa
sufrió por la indiferencia de la sociedad a los familiares de las víctimas y
también cuenta del orgullo que siente por su hija, médica ginecóloga, aquella
niña que nació durante su cautiverio. No cree haber sido un mártir, sino parte
de una etapa de nuestra historia y opina que es necesario que nuestra juventud
la conozca, para poder construir un futuro mejor.
Colaboración:
Profesores Mónica Feyt y Ariel Martínez
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