domingo, 24 de marzo de 2019

Nuestro proceso: El golpe de 1976 en Urdinarrain


¿Cuánto cambió en Urdinarrain la vida de sus habitantes aquel 24 de Marzo del ’76? Resulta complejo evaluarlo más de tres décadas después. Muchos de los entrevistados dicen no recordar, como si un mecanismo, perverso o benévolo, hubiese eliminado ciertos archivos y entonces esta parte de la historia aparece vacía.
No fue fácil investigar, ni analizar, ni escribir esto. Pero sentimos estar en deuda con la sociedad y entonces acá va este esbozo de los acontecimientos, a cuenta de la historia inconclusa de nuestro Urdinarrain.
La tarde del 24 de Marzo una comisión militar llegó hasta el municipio y se reunió con el intendente. Allí le explicaron que ellos tenían buenas referencias de su persona, que sabían que era un buen administrador, por lo cual le manifestaron que su deseo era que continuara en el cargo. El doctor Armando Zeroli aceptó, convirtiéndose en el primer intendente del Proceso de Reorganización Nacional.
Sus antiguos empleados recuerdan que no hubo cambios en el gobierno municipal y que el intendente tuvo una buena relación con el gobierno militar. E incluso su secretario, Rubén Ronconi cree que si Zeroli no hubiera tenido que renunciar, hubiese continuado su gestión sin problemas. No quiere referirse al motivo de la renuncia, como tampoco lo quieren hacer los demás entrevistados.
¿Por qué renunció Zeroli? Todas las versiones que recibimos, sin micrófonos, cuentan algo que entonces fue vox pópuli: habían detectado ciertas irregularidades en el IOSPER, que consistían en la firma de órdenes para medicamentos y que luego se usaban para cosméticos y perfumerías. Y aunque entonces era una práctica habitual, le habrían dicho que renunciara ante la posibilidad de verse sumariado. Y entonces dimitió. Como anécdota cabe recordar que cuando se escribió “Identidad” hubo cierta presión para omitir este período.
Y así continuó la vida del pueblo, hasta que tres meses después y luego de varias candidaturas propuestas a los militares, fue designado intendente por segunda vez por un gobierno de facto Roque Pesce.
Sus hijos han sido constantes en reclamar que no se reconoce a don Roque haber sido quien le cambió la cara a este pueblo, algo en que todos sus ex colaboradores coinciden. “Pesce puso orden, modernizó la administración, impulsó el asfaltado de calles, la construcción de veredas y amplió la planta del personal, entre otras tantas cosas”, aunque también se ponen de acuerdo para afirmar que para el segundo mandato no puso el mismo empeño y delegó en el secretario Ronconi el manejo de la administración. Este intendente se caracterizó por la puntualidad, por el orden, por cumplir con todas las directivas que le llegaban, aunque no siempre actuó de la misma forma. Así por ejemplo cuando los militares le pidieron colaboración para rastrear a un posible refugio de la guerrilla en un campo de la zona se ocupó personalmente de buscar información, pero cuando supo que otros investigados eran un grupo de docentes, le confesó a alguien que él mismo había persuadido a los represores de la intrascendencia de la reunión que habían celebrado en la Biblioteca Popular. A los sospechados todavía les intriga saber quién fue el que informó de esta reunión y como sabían exactamente que había dicho cada uno.
Nuestro pueblo no fue ajeno a los informes de posibles actividades subversivas y hubo algunos allanamientos, durante la noche y en pleno centro, pero ninguno tuvo la espectacularidad del que realizaron en el Boulevard Rivadavia, a la siesta, que incluyó manzanas rodeadas, una caminata de los aguerridos militares por los techos y la toma de una vivienda cercana donde tenían un transmisor de radio aficionado, todo para asustar a un matrimonio mayor y provocar un inolvidable desorden en su hogar.
Muchos recuerdan la figura del comisario durante parte de la dictadura, Juan Carlos Mondragón, el cual pese a mostrar su veta artística en cada asado donde lo invitaban, supo cumplir con las premisas impuestas por la dictadura y nunca asistió a los lugares donde sabía que existía juego clandestino. Tal vez la acción del comisario cantor que más perdure en la memoria del pueblo fue cuando durante un carnaval hizo detener a la “Vaca del corso” por haberle faltado el respeto a una señora y los pobres infelices tuvieron que pagar su falta durante tres días, cortando pasto con el traje puesto.
Cuando en Abril del 83′ a don Roque le llegó el momento de jubilarse ya no había tantos candidatos para sucederlo y así el elegido por los militares fue Eduardo Ronconi, quien gobernó hasta diciembre y le entregó el mando a Altinier. Don Héctor tuvo la presión de decidir quien ocuparía el cargo de Secretario, y es así que fue desplazado Rubén Ronconi, quien confiesa haberse sentido perseguido por algunos concejales y se ríe cuando recuerda que lo acusaban de haber comprado 700 hectáreas con la plata del pueblo. Si bien dice no tener nada que ocultar, no comprende por qué se tiraron tantas fotos y se abandonaron obras que estaban bien encaminadas.
A nosotros nos sorprenden los nombres que se barajaron para el cargo de intendente, la larga lista de quienes colaboraron con el gobierno de facto, muchos de los cuales después se volcaron a trabajar en los partidos políticos, como si nada hubiera pasado. Pero pasaron cosas y es bueno recordarlas, porque un pueblo sin memoria no puede construir su verdadera identidad.
El “algo habrán hecho” o “por algo se los llevaron” también tuvo sus actores locales, con ciertos nombres que no están claros si fueron víctimas o victimarios. Hubo sí, dos historias de dos hijos de Urdinarrain, que accedieron a que contemos una parte de lo vivido en aquellos años:
Alicia Ferrer vivía en Paraná, era estudiante de Trabajo Social, trabajaba en el hospital San Martín, además de militar en la JP y en el gremio de la salud ATSA. Cuando fue secuestrada, en 1977 estaba casada con Carlos y embarazada de meses. La encapucharon y la trasladaron en el baúl de un auto hasta los cuarteles del ejército y luego a la unidad penal de Paraná. Allí fue sometida a todo tipo de torturas psicológicas y al mes de estar detenida perdió su embarazo. A pesar del paso de los años y de estar disfrutando de la vida y la compañía de sus hijos, se emociona al recordar la lucha y el sacrificio de sus padres para viajar a verla, y sobre todo las vejaciones sufridas por su madre durante las requisas. También rememora el momento en que estuvo internada y los castigos que sufrieron sus compañeros del hospital cuando se corrió la versión de que éstos estaban organizando su liberación.
Alicia, luego de la parodia de juicio que era el Consejo de Guerra fue trasladada a Devoto y allí permaneció detenida hasta su liberación en 1983. Su relato no denota odio y se ríe cuando nos cuenta de todo lo que la acusaron, de cómo necesitaban mostrar culpables ante la sociedad. Sin embargo, a pesar de todo no lograron quebrarla y sigue trabajando, con las mismas ganas de cambiar el mundo.
Néstor Praderio era médico y se desempeñaba en el Policlínico San Martín de la Plata, donde fue secuestrado. Mabel, su esposa que estaba embarazada y el resto de su familia, no supieron nada de él, hasta que llegó la llamada salvadora: un hombre que dijo haber compartido el calabozo con Néstor los citó en Luján para el domingo siguiente. El temor y la incertidumbre invadió a su familia de Urdinarrain, pero sus padres, su esposa y su cuñado viajaron al encuentro, arribando a la basílica en medio de una lluvia que le daba un aspecto más tenebroso a la cita.
El desconocido cumplió y se acercó al Valiant, les dijo que Néstor estaba detenido en la comisaría de Lanús, que fueran a preguntar por él y que le llevaran cigarrillos Particulares verdes si su mujer había dado a luz a un varón o rojos si era mujer, porque esto sería una señal para que él supiera que su familia estaba al tanto de su paradero. Así lo hicieron y esto fue el comienzo de una larga lucha de sus familiares, hasta que lograron su liberación. Y entonces partió con su mujer y su hija a Estados Unidos.
Si bien volvió a Urdinarrain varias veces e incluso pudo saludar y agradecer a quien le salvó la vida (la casualidad hizo que aquél hombre viviera un tiempo en nuestra ciudad), Néstor se radicó en USA, donde continuó sus estudios en la Universidad de Yale especializándose en psiquiatría y neurología, se desempeñó además como profesor universitario. A través de un mail nos dice que su esposa sufrió por la indiferencia de la sociedad a los familiares de las víctimas y también cuenta del orgullo que siente por su hija, médica ginecóloga, aquella niña que nació durante su cautiverio. No cree haber sido un mártir, sino parte de una etapa de nuestra historia y opina que es necesario que nuestra juventud la conozca, para poder construir un futuro mejor.
Colaboración: Profesores Mónica Feyt y Ariel Martínez

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