martes, 7 de febrero de 2017

REAL POLITIK

Realpolitik (en alemán «política de la realidad») es un concepto adoptado a fines del siglo XIX por el entonces canciller alemán Otto von Bismarck, esgrimido para designar a la política basada en intereses prácticos, más que en la teoría o la ética.
La política de la realidad busca demostrar justamente la parte oculta y descarnada del accionar político, aquella que no aparece en los libros, sino que muchas veces roza lo grotesco y repulsivo, exhibiendo la peor faceta de la naturaleza humana.
Comúnmente, el historiador griego Tucídides (quien escribió “Historia de la Guerra del Peloponeso”) y el militar chino Sun Tzu (autor de “El Arte de la Guerra”), son citados como precursores de la Realpolitik. No obstante, su máximo exponente fue Nicolás Maquiavelo [1], quien proclamó que «la política es el arte de engañar» y que «la ética convencional debe ser dejada de lado ante los intereses de un gobierno efectivo» [2]. En contra del idealismo de sus contemporáneos, el teórico florentino efectuó una enérgica manifestación, ofreciendo una clásica explicación del poder político realista.
     A comienzos del siglo XX, el idealismo propuso un enfoque utópico basado en la suposición que la guerra puede evitarse estableciendo leyes y organismos internacionales eficaces. Edward Hallett Carr editó “La crisis de los veinte años” (1939). La obra de este teórico político aniquiló las ideas de los pensadores idealistas, cuyos sueños de paz y cooperación les impedían ver las tremendas realidades de supervivencia y antagonismo.
Luego de la Segunda Guerra Mundial, la lucha para adquirir poder fue el motor de la actividad política, tal como lo sostuvo Maquiavelo (al expresar que «la única inquietud de un príncipe debería ser la de obtener y retener el poder, sin importar las contemplaciones éticas o religiosas»). Siguiendo el mismo camino, Napoleón exclamó “Actúo en política como en la guerra: distraigo a un flanco para batir al otro”.
El conflicto y la guerra son inevitables y, en tal sentido, la tarea del investigador se limita a evaluar cómo estos pueden regularse o disminuirse a través de mecanismos vinculados con el equilibrio de poder y permitidos por la diplomacia y la alianza estratégica.
A finales de la década de 1970, en el marco de la Guerra Fría, surgió el neorrealismo, –una versión un poco más rebuscada del realismo– que aportó una nueva interpretación del conflicto: «la interacción entre Estados soberanos puede ser explicada por las presiones instaladas en ellos a causa de la anarquía estructural del sistema internacional, el cual limita y constriñe sus opciones»[3].
A través de una mirada cándida sobre los resortes reales del funcionamiento democrático se intuye una defensa del vale todo, del fin que justifica cualquier medio. Me refiero a meter las manos en el barro, minimizando la importancia de las convicciones puestas en juego por una parte de la dirigencia política y el papel cumplido por las masas. Esto último se expone –con cierta celebración de la corrupción– en la película Lincoln [4] (2012), donde se advierte una realpolitik de intramuros que incluye la compra de votos a cambio de puestos oficiales o la súbita metamorfosis de parlamentarios demócratas en republicanos. Aunque es probable que esas indecentes negociaciones hayan existido en la Norteamérica de 1850, en definitiva, el sufragio en cuestión no involucraba la sanción de una Ley que beneficiaría a uno u otro grupo económico o la reforma para la obtención de mayor control político, sino la abolición de la esclavitud, causas dignas si las hay.




[1] Niccolò di Bernardo dei Machiavelli (Florencia, 3 de mayo de 1469 - ibídem., 21 de junio de 1527). Diplomático, funcionario público, filósofo, político y escritor italiano. Sus obras principales fueron “Discursos sobre la primera década de Tito Livio” (1531) y “El príncipe” (1532).
[2] Maquiavelo Nicolás, “El príncipe”, Editorial: Espasa-Calpe, S.A. (año 1999), pág. 39.
[3] “Teoría de la política internacional” (1979), Kenneth N. Waltz.
[4] Lincoln; año 2012; director: Steven Spielberg; guionista: Tony Kushner.